En COLUMNAS

Por Peter Hartmann director de CODEFF

Hace rato que estaba en el tintero este tema y no lo habíamos tocado pensando que en una de esas estábamos muy negativos o muy críticos. Eso hasta que la semana pasada en un taller del PER de Turismo nos encontramos con toda una catarsis de otras personas con sentimientos parecidos.

 El turismo no es tema nuevo para nosotros y la controversia a su respecto tampoco. Cuando en 1982 concluíamos en que era una alternativa de desarrollo económico para Tortel, por el tremendo potencial existente, hasta fuimos tildados de “loco”. Cuando predijimos algunos lugares con gran potencial y diseñamos el loteo de Bertrand y Seccional de Castillo e intentamos en la dictadura la declaratoria de Monumento Nacional de Caleta Tortel, nos encontramos con escepticismo e incomprensión. Y hasta en el aquel entonces pretendíamos dedicarnos al turismo en el Baker, pero los tiempos aun no estaban para eso. Luego realizaríamos tres proyectos del Fondo de las Américas de turismo comunitario sustentable, en Cerro Castillo, Tortel y Río Paloma-Lago Caro, que vendrían a ser la base, y adelantándose en años, al actual boom que viven esos lugares. Se estaba pavimentando el camino hacia Castillo y abriendo el camino hacia Tortel y era más o menos evidente que se necesitaba prevenir lo que vendría, preparando a la comunidad, capacitando guías, viendo posibilidades, adelantándose a los problemas.

Y principalmente, dejando en claro que la comunidad del lugar es la dueña de casa y que colaborando entre sí y unida debe manejar la situación. Asimismo, estuvimos desarrollando algunas posibilidades y protegiendo valores que estaban peligrando. Así fue como en los 90s y principios del 2000 ya se diseñan circuitos en la RN Cerro Castillo, queda claro el valor del Alero de la Manos y otras posibilidades, surge el segundo Encuentro Costumbrista de la región, surge lo que luego sería la Escuela de Guías de la Patagonia, las comunidades aprendieron sobre la importancia de cuidar su ambiente, a manejar sus residuos y a valorar su identidad cultural y también de la importancia de la imagen que se lleva el turista.

En Tortel hasta nos dimos el lujo de lograr la declaratoria de dos monumentos nacionales y hacer una Encuesta de Calidad de Vida, que debe ser la única de la región. Por cierto, no faltaron los problemas y como anécdota vale contar que la funcionaria pública de Tortel que más se dedicó a torpedear nuestro trabajo, encontrándolo inútil y tildándonos de “ecoterroristas”, al poco tiempo puso su propio hostal.

Posteriormente, nos hemos pasado hartos años defendiéndole el “recurso” al turismo ante todo tipo de megaproyectos, a veces con la incomprensión y hasta con cámaras de turismo al lado de sus amenazadores. Al punto que hasta hubo quien veía la posibilidad del turismo industrial en Alumysa. Eran los tiempos en que proponíamos al turismo como actividad sustentable no consuntiva y no destructiva de los valores regionales.

En esos años llegamos a la conclusión y vemos que aparentemente esto sigue vigente, que en Aisén primero llegan los turistas, luego aparece la infraestructura y después, si es que, se intenta planificar. Igualmente, desde entonces también venimos observando cómo hay mucha gente dedicada al turismo solo por ganar plata, como dice Silvia Metzeltin, “dedicada ahora a esquilar turistas”. A lo que se añade la falta de preparación para ello y la competencia a muerte. Mal que mal, estamos en un modelo neoliberal y la débil institucionalidad respectiva es una especie de closet de un ministerio y país extractivista. Si bien el turismo regional estuvo creciendo a tasas del 300% durante años, sigue siendo muy de temporada, aún está en pañales y nos parece que no está muy claro que es lo que nos conviene e interesa desarrollar, ni que esto debemos hacerlo con ética de valores trascendentes. También tenemos la impresión que se está sobrecargando la capacidad de algunos lugares con peligro de “matar la gallina de los huevos de oro”, cuando hay mucho territorio más donde diversificarse. Hasta parece que abundan los copiones y falta la creatividad. Además, da la sensación que son algunas iniciativas turísticas las que llevan el pandero, como aquella tipo aluvión de los cruceros y los intereses creados de algunos afuerinos asociados con funcionarios regionales. Y aquí llegamos a que tenemos también la impresión de que el turismo en partes de la Región de Aysén está a punto como para los mega intereses de grandes empresas foráneas y transnacionales. De hecho, ya hay avanzada de algunas cadenas.

Tal vez tenga que ver con lo anterior la visión de turismo que domine, o aquella del servicio (no en vano se llama Servicio Nacional de Turismo) y que por definición es un “conjunto de actividades que busca satisfacer las necesidades de un cliente”, versus la visión de “industria” del turismo, que por definición es “transformar los materiales en productos elaborados utilizando una fuente de energía y maquinaria”. La cuestión y en definitiva es que en último tiempo hasta nos hemos puesto escépticos respecto a cómo se está encarando y desarrollando no muy sustentablemente el turismo en la región.

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